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jueves, 3 de julio de 2008

Cuando ganó el fútbol

No os voy a engañar y no me voy a hacer pasar por un entendido en fútbol sudamericano. De hecho, lo cierto es que hasta la vuelta de la final de la Copa Libertadores, nunca había visto un partido del LDU de Quito. A pesar de eso, he podido disfrutar como cualquier otro de la vuelta de la final de la mayor competición sudamericana a nivel de clubes. Si teneis ocasión de ver tanto la ida, he oído que también fue un partidazo, como la vuelta, dejad de leer aquí y tratad de conseguir la final al completo.

Lo cierto es que en este último partido hay varios nombres a destacar, en los que hay uno que sobresale por encima del resto: Thiago Neves. Tampoco es un jugador que vayamos a descubrir ahora, pero sin duda fue el mejor de al menos este último partido. Su zurda es sencillamente exquisita. Calidad en el pase, potencia en el chut, precisión a balón parado, regate... Sin duda pronto dará el pase a Europa, quizás este verano mismo. Me gustaría ver como sería el Fluminense sin él. Mejor dicho, en que eliminatoria habría caído. Todo el juego ofensivo pasa por este futbolista de 23 años. Inicia las jugadas, las finaliza o aparece para convertir una jugada que parece destinada al fracaso en un mano a mano del delantero con el portero. La defensa del LDU de Quito fue un juguete en sus manos y su hat-trick así lo demuestra. Pero Thiago Neves no fue el único jugador que hizo que se me quitara el sueño a partir de las 3 de la madrugada.

Sin embargo, Thiago Neves no fue el único jugador al que enfocaron las cámaras. Lo cierto es que por parte de los campeones destacaron principalmente dos jugadores y su conexión por momentos durante el partido generaron muchísimos problemas para la defensa brasileña: el argentino Damián Manso y el ecuatoriano Joffre Guerrón. El argentino por exhibirse con su visión del juego, su calidad en el pase y su inteligencia para tratar de equilibrar a un equipo al que por momentos parecía que la final se le escapaba de las manos. El ecuatoriano por ser simple y llanamente de otro planeta. Un jugador que juega en banda que se dedica a lo largo de todo el partido a correr realizando desmarques de rupturas y a driblar al rival una y otra vez no debería poder salir en el minuto 119 de partido esprintando desde el borde de su área hasta el borde del área rival, donde por cierto logró que expulsarán a un central rival. Un magnífico e incansable jugador que sin duda provocará quebraderos de cabeza la próxima temporada a los rivales del Getafe.

Además, en un partido de estas características siempre tiene que haber algo que le otorgue más emoción. Podía haber sido la provocación de los ecuatorianos tras finalizar el partido de ida, pero no. Fue la actuación arbitral, que no concedió una pena máxima, que habría supuesto también la expulsión del defensa rival, y anuló una jugada clara de gol por un fuera de juego inexistente a los brasileños y anuló un gol legal a los ecuatorianos en la segunda parte de la prórroga. No nos engañemos: La polémica arbitral siempre le da algo más de emoción y hace que a veces te involucres en un partido que ni te va ni te viene. En un partido con tanta verticalidad, tanto juego rápido, tantas ocasiones... No es que pudieses involucrarte. Es que sencillamente tenías el tiempo justo para ver la repetición de una jugada y contemplar el rápido ataque del rival. Se notó la diferencia que había entre ambos equipos entre la retaguardia y la delantera. Y se agradeció.